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La situación no es nueva. Cuando el oficialismo intentó aplicar esta
estrategia por primera vez, en las revisiones de las firmas recolectadas
en 2003 y reafirmadas en el 2004, Súmate, junto con el apoyo de todas
las fuerzas políticas y la sociedad civil organizada, enfrentó y venció
al CNE, sin que ello causase mayor abstención, logrando que en
definitiva reconociera las rúbricas necesarias para convocar el
Referendo Revocatorio Presidencial, a pesar de las decenas de obstáculos
ilegales que ya desde entonces intentó imponer para la expresión de la
verdadera voluntad ciudadana.
Sin
embargo, a partir del Referendo Revocatorio Presidencial de 2004, la
estrategia política del alto gobierno había consolidado su efectividad,
con el ventajismo y la intimidación ilegales, así como el diseño y
control de los procesos electorales a la medida de los intereses del
oficialismo, ejercidos permanentemente desde ese entonces como parte de
la gestión presidencial (en violación directa de los artículos 145 y
21.1 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV),
incluso fuera de los períodos normados por el CNE para las campañas
electorales en cada uno de los comicios que se han repetido en el país
desde entonces.
En
2005 - cuando estaban convocadas las Elecciones Parlamentarias de la
Asamblea Nacional - la estrategia oficialista para entonces fue muy
sencilla, con la aplicación de las tristemente célebres “Morochas”, un
artificio electorero creado previamente por una organización política de
oposición en el Estado Yaracuy, negando el principio de representación
proporcional garantizado en los artículos 63 y 293 de la CRBV: así, los
votos obtenidos por el conjunto de organizaciones opositoras se diluiría
como arena entre los dedos de quienes aspiraban retomar la posibilidad
de un futuro auténticamente democrático para Venezuela. A esto se unía
el gran apoyo que tenía la opción política del Presidente Chávez y la
atomización de la dirigencia política. También el TSJ, como otro poder
parcializado hacia el Poder Ejecutivo, dictaminó ante recursos
presentados, que el uso de las “Morochas” era legal.
Es
necesario recordar esto, porque pareciera que la dirigencia partidista
opositora se empeña en seguir interpretando ese episodio político de
manera tergiversada. Con la triste experiencia electoral que se ha
consolidado en las almas de los venezolanos, ahora es más fácil explicar
el funcionamiento del mecanismo: en 2010 un 52,7% de la votación
opositora se convirtió en las Elecciones Parlamentarias en un 40,6% de
cargos en la AN electa ese año; un 44% que hubiera votado previamente
por alguna de las distintas opciones de la oposición en las
Parlamentarias de 2005 (asignándole referencialmente el mismo porcentaje
de votación recibido por la oposición en las recientes Elecciones
Presidenciales), hubiera podido convertirse en sólo 15 escaños de los
167 que para entonces componían la Asamblea Nacional (el estimado
calculado internamente por Súmate en aquella oportunidad, compartido con
diversos partidos, era el de obtener 11 diputados para las Elecciones
Parlamentarias de 2005; no sólo por la votación minoritaria que podría
recibir la oposición, sino especialmente por la aplicación de Las
Morochas).
Esta
organización ciudadana independiente continuó denunciando las prácticas
ilegales e irregulares del CNE y ganando terreno en la campaña por
Elecciones Limpias emprendida desde 2005, aunque el organismo electoral
daba señales claras de que nunca cumpliría con las cinco condiciones
propuestas por Súmate para lograrlas: Registro Electoral confiable,
Conteo manual de todos los comprobantes de voto, Eliminación de las
captahuellas, Observación electoral nacional e internacional calificada,
y Auditorías totales.
Consecuentemente la Unidad fue el primer desafío para las siguientes
elecciones: las Presidenciales de 2006. Así lo asumió Súmate proponiendo
al país, diseñando y organizando unas Primarias que partidos políticos
de la oposición a cinco meses del evento no consideraron necesarias en
aquella oportunidad, acordando lanzar a Manuel Rosales elegido por
“consenso” entre cúpulas partidistas.
Dentro de esta misma estrategia de defensa del voto lanzó el Proyecto
SuperTestigos para las Elecciones Regionales 2008.
Ya
para la reciente Elección Presidencial del 7-O, esta experiencia de diez
años de contraloría ciudadana electoral y promoción de la participación
ciudadana de Súmate, se concentró en la campaña “Vota y Defiende Tu
Voto”, con la difusión en la medida de las posibilidades institucionales
de las “Vacunas Electorales” para Testigos acreditados y Miembros de
Mesa, así como para los “SuperElectores”.
Con
la aplicación de siete “Vacunas” se buscaba enfrentar los obstáculos
impuestos por el CNE cuando ejecuta el diseño y control de los procesos
electorales a la medida de los intereses del oficialismo, con el fin de
minimizar la emisión de votos ilegítimos derivada de esta práctica
ilegal y permitir sustentar debidamente las impugnaciones en los casos
en los que no sea posible evitar cada una de las manipulaciones
facilitadas por el organismo electoral. No se trata sólo de una
estrategia ideal, pues Súmate ha participado en el diseño de los
mecanismos de control - desarrollando capacidades de coordinación y
ejecución puestas a la orden de la Unidad - que podrían ser aplicados
como parte de una organización adecuada para la defensa del voto. Sin
olvidar las propuestas que desde 2011 viene haciendo la institución para
la movilización ciudadana eficazmente canalizada, para que se manifieste
en los comicios correspondientes.
Ahora, el tiempo de la preparación para las Elecciones Regionales se
agota rápidamente, con un CNE que sigue cometiendo el mismo tipo de
arbitrariedades que han opacado su gestión desde 2003. Es necesario
denunciarlas, mientras se motiva a la ciudadanía a votar y a defender
los votos, con una estrategia clara que atienda integralmente la
complejidad de acciones necesarias para hacer valer la voluntad de los
sectores democráticos ante las máquinas de votación, de manera que se
manifiesten en definitiva en los reportes oficiales del CNE. Es una
tarea compleja y se requiere la asignación asertiva de los recursos
necesarios para alcanzar estos objetivos, sólo falta que el liderazgo
político en cada estado lo asuma, haga propia esta estrategia y anime a
su electorado con base en sus potencialidades ciertas para defender el
futuro democrático, ahora al menos desde su región.
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