No basta con la celebración eventual de elecciones en un Sistema
Político Democrático para asegurar la existencia de Democracia.
Ésta debe satisfacer un cúmulo de expectativas complejas que deben
resolverse con mecanismos para garantizar la participación de las
diversas tendencias políticas y sociales en la instrumentación de las
decisiones de gobierno.
La estabilidad política en Venezuela durante los últimos 30 años no se
ha obtenido necesariamente a través de la celebración eventual de
elecciones, como mecanismo para la obtención de legitimidad. Es así como
hemos asistido a un proceso político y social en el cual los partidos
políticos, los ciudadanos, las organizaciones sociales, los grupos
estudiantiles, los sindicatos, entre otros, han levantado su voz para
participar en los asuntos políticos más allá de los procesos
electorales.
La Constitución de 1999 prevé mecanismos novedosos para instrumentar la
participación ciudadana en la Democracia (como las Asambleas de
Ciudadanos y los distintos tipos de Referendos), pero la práctica
política ha hecho casi imposible el desarrollo de estas instituciones y
su uso como válvula de escape a las presiones de los ciudadanos, por
sentirse partícipes reales de los procesos de toma de decisiones.
La Carta Magna de 1999 define en los artículos 71, 72, 73 y 74 los
distintos tipos de Referendos que permite el sistema político
venezolano; respectivamente: Consultivo, Revocatorio, Aprobatorio y
Abrogatorio. Sin embargo, el Poder en Venezuela ha encontrado mecanismos
para contener la iniciativa ciudadana de participar en los asuntos
públicos: Se cercenó la iniciativa de Referendo Consultivo en 2003; se
satanizó, persiguió y discriminó a quienes manifestaron su voluntad de
solicitar el Referendo Revocatorio Presidencial en 2004; se incorporaron
máquinas Capta-Huellas en los procesos electorales desde 2004 y se
utilizaron estos dispositivos para intimidar a los electores con la
amenaza de perder su empleo o beneficios sociales, bajo el alegato de
podían conocer su
intención de voto; y finalmente el CNE incorporó en la Resolución Nº 070207-036 del 07 de febrero de 2007, que para convocar un Referendo,
el elector debe manifestar su voluntad registrando su huella en la
plataforma de identificación biométrica, conocida como capta-huellas, y
estampando su firma.
La Democracia en nuestros tiempos sólo tiene sentido como verbo,
entendido éste como la acción que realiza el sujeto, es necesario
conjugarla para hacerla posible y es insostenible instrumentarla aislada
del ciudadano, porque ésta es un proceso esencialmente humano. En
Venezuela cada vez es más difícil para el ciudadano participar de los
procesos formales asociados a la toma de decisiones: tenemos en
Venezuela un sistema cada vez más lejano al ciudadano y, en
consecuencia, cada vez más lejos de la Democracia.
Los procesos de participación democrática asociados a Referendos
Revocatorios en Venezuela se fundamentan en desarrollar formas de
participación política de los ciudadanos en el ejercicio directo de la
soberanía, cuando la legitimidad de desempeño se ha perdido por la mala
gestión de los funcionarios electos. Sin embargo, el Gobierno hecho
Estado ha instrumentado numerosos mecanismos para desincentivar la
convocatoria de éstos. Desde las trabas procedimentales hasta la
intimidación y el terror político han sido utilizadas para trabar el
ejercicio de la Democracia a través de la convocatoria de Referendo
Revocatorios. Adicionalmente, la tensión política ha contribuido a
desvirtuar su objetivo: hoy se analiza, por ejemplo, la revocatoria de
los Diputados de la Asamblea Nacional desde la perspectiva de modificar
la relación interna de fuerzas y no desde una consideración racional
asociada a evaluar el ejercicio de sus funciones. También se piensa en el
Revocatorio Presidencial a menos de un año de haber sido electo un
Presidente, porque no existen mecanismos para salvar la crisis política,
económica e institucional. Se discute un Referendo para convocar una
Constituyente, cuando se aproxima la elección número 18 en apenas 15
años.
¿Son los Referendos la tabla de salvación de la Democracia venezolana?
Éstos no deben ser sacralizados ni satanizados. El Estado
debe garantizar su convocatoria y uso racional, en tanto se utilice este
derecho en el marco del desarrollo de la Democracia, sin condenar al
ciudadano a presiones políticas derivadas del ejercicio de sus derechos.
Resolver la crisis institucional es un reto
esencialmente político, debemos construir instituciones sociales con la
capacidad y voluntad de asumir los retos. Y decir “debemos” implica que
esto es, sin duda, un imperativo categórico ciudadano. La clave es el
individuo, el ciudadano, aunque no sea suficiente en sí mismo sino
articulado, es en él donde se conserva el germen de cambio que permite
la construcción de una nueva dimensión de la Democracia como verbo, pero
conjugado en gerundio: “haciendo Democracia”. El gran reto que supone la
reformulación de la Democracia venezolana implica que esta no puede en
el futuro mirarse desprendida del sujeto. Ese reto del que hablamos
definitivamente no es una entelequia, es una labor política.